La sensibilidad navideña, al igual que la crisis, no afecta a todos por igual. Mientras observamos las calles del pueblo, engalanadas con luces o la puerta de ese ayuntamiento, que es de todos, iluminado, las urbanizaciones se beben conformar con las luces de los coches que transitan por ellas, imaginando que son estrellas errantes.
Mala gestión, o falta de conciencia.
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